La historia de un animador "hecho en el Perú"

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La historia de un animador "hecho en el Perú"



Ayer se dio inicio al Festival Internacional de Animación Imagina, organizado por Fundación Telefónica, y entre los participantes en dicho evento se encuentra el peruano Martín Aramburú, quien representa a nuestro país –junto a otros exponentes- con sus trabajos “Pasajero” y “Mujer Boa”
Aramburú, quien descubrió las técnicas de la animación de forma autodidacta, conversó con Terra sobre esta forma de expresión artística que se ha convertido en su vida y que poco a poco va creciendo en el Perú a nivel artístico y como medio de difusión.
Videos hechos en casa
Martín Aramburú estudió animación en Madrid, pero ahí no aprendió a animar. Años antes de pisar aulas madrileñas –entre el 2004 y 2005-, el artista peruano se inició en el oficio acá en Lima, en su casa, mientras gestó su primer proyecto llamado “Pasajero”, corto que hizo junto a su amigo José Félix Pinto y que recientemente ha sido musicalizado con una canción original de Jan Diego Malachowski. 
“Haciendo ese corto (Pasajero) es como aprendí a animar. Experimentando como un loco descubrí la técnica. Después, en Madrid, estudié animación y me enseñaron teoría y principios básicos de la animación y el movimiento. Yo había aplicado esos mismos principios simplemente por instinto o por investigación. Estimo más mi aprendizaje como autodidacta. Lo que me enseñaron en la escuela es valioso, pero lo que me formó fueron esos años de experimentación”, afirma Aramburú. 
Cómo “darle vida” a los dibujos
Si bien usa el stop motion y apela a algunos programas de edición para realizar sus animaciones, a Aramburú se le podría considerar en esencia un “animador artesanal”. Prefiere la animación tradicional en 2D y no usa moldes clásicos como el storyboard. Lo suyo es la libertad. 
“Yo parto siempre del dibujo a mano, antes de cualquier proceso en computadora. Trabajo con una mesa de luz. Cuando se me ocurre una escena, la comienzo a dibujar en papel y hago secuencias animadas en papel. Esto es lo que viene a ser la animación 2D tradicional. También hago stop motion, que es animación cuadro por cuadro y combino esas dos técnicas que son las que uso para hacer mis trabajos más personales. Después escaneo los dibujos y me apoyo un poco en el After Effects o algún programa de edición. Pero básicamente mi trabajo de animación es manual, eso es lo que me gusta. No uso storyboard ni plantillas”, afirma. 
Una cualidad que debe tener todo animador, para Aramburú, es la paciencia. Un trabajo de animación puede costar varios meses. “Pasajero”, su primer corto, le tomó año y medio. 
“Yo trabajo entre 8 y 16 cuadros por segundo. Es mi velocidad de trabajo. En un día muy bueno puedo hacer 40 dibujos, que son 3 segundos. Yo trabajo solo. Si tuviera un equipo o una pequeña productora, como me gustaría tener en algún momento, podría disponer de una metodología más firme. Y como uno va tan lento y es un proceso tan largo y amplio, se dilata también el proceso creativo. Se me puede ocurrir algo nuevo sobre la marcha y puede haber giros en la historia. La animación es también como pintar un cuadro”, refiere Aramburú. 
Por todo el Perú
Aramburú radica en Madrid pero viene con frecuencia para dictar talleres con niños. A través de un programa, ha viajado por Pucallpa, Huancayo, entre otras localidades de nuestro país, para enseñar las técnicas a niños. 
“Mi propuesta es llevar la animación donde normalmente no llega: a chicos de escasos recursos. La idea es demostrar que la animación es económica y fácil. Se requiere algo de tecnología, pero es posible hacerlo”, afirma. 
“En los talleres que hago tengo que prefabricar algunas cosas porque el tiempo es corto. Propongo ejercicios más concretos. Por ejemplo, elaborar un fondo, un personaje y animar ambos. En los talleres uso el stop motion, es mejor para trabajar con niños, es más inmediato. Es muy gratificante trabajar con niños porque se puede ver la alegría de ellos cuando ven los resultados”, finaliza.

GIANFRANCO DI NEGRO